En ocasiones resulta complicado visualizar lo que en algún momento fueron las construcciones que en la actualidad resisten como ruinas. Me ocurrió en las ruinas de Tiahuanaco en Bolivia, no veía la manera de reconstruir en mi mente lo que allí en algún momento de la historia debió de ser, a pesar de las ruinas espléndidas que aún se conservaban; faltaba algo para reconstruir su conjunto.
Me ocurrió parcialmente, años después, hace algunos meses ahora, en este año de 2015, al descubrir la inmensidad de las ruinas de Bergama. Tal vez en Bergama el aire frío ayudaba a hacerse una idea, o el suelo de piedras gigantescas que se pisaba a medida que una se acercaba a aquellas columnas tan impresionantes.
Este gigantesco museo al aire libre es la estrenada atracción turística como patrimonio de UNESCO. Reconstruir Ephesus (Éfeso, en castellano) en la mente, sucede de manera espontánea.
Abarrotada de turistas de todos los lugares, en especial, turistas asiáticos, con sus paraguas y sus trajes para protegerse del sol, bajo el calor que todo lo cubre y llena de luz cada rincón de esta antigua ciudad situada a orillas del Mar Égeo, lo que fue un importante centro de religión, cultura y comercio, a medida que una camina, imagina lo que en algún momento debió de ser, al parecer alrededor del siglo IX a.C., una gran ciudad.
Así lo atestiguan sus recorridos a través de las piedras gigantescas que se conservan aún, las diferentes zonas que la conforman:
1. La entrada de Ephesus
2. La grandeza de la biblioteca de Celso
Según información proporcionada en los paneles correspondientes en Ephesus, esta biblioteca fue construida entre los años 100 y 110 A.C en honor al senador Tiberio Julio Celso Poleamenaus por su propio hijo. La biblioteca fue destruida alrededor del año 270 A.C debido a un terrremoto y no fue rehabilitada. Al parecer tenía espacio para 12.000 pergaminos.
3. Vista espectacular desde las alturas de Ephesus
Recomendaciones para disfrutar al máximo de Éfeso
A estas ruinas se accede generalmente desde la ciudad de Kusadasi, situada a unos 20 kilómetros, donde atracan numerosos cruceros y llegan desde ellos muchos turistas, o a través de Izmir. Desde Izmir se puede coger un tren o un autobús a la ciudad de Selçuk, a dos kilómetros andando se encuentran estas ruinas. Es un paseo bonito, pero tal vez a la vuelta merezca la pena coger un taxi, debido al cansancio acumulado (más calor soportado) a lo largo del recorrido en el interior de las ruinas.
La entrada cuesta 20 Liras (unos 9 euros) creo recordar. Es buena idea proveerse de agua y algo que tape la cabeza. Hay poca sombra en el interior y hace mucho calor. Cierra a las siete, así que hay que se recomienda ir con suficiente tiempo: calcula unas dos horas para ver las ruinas. En el interior existe un recinto cerrado que puede visitarse, pero hay que pagar 15 liras extraordinarias. Nosotros no entramos por el cansancio.
Se pueden recorrer otros lugares de interés una vez se finalice la visita. A ocho kilómetros se encuentra la famosa casa de la Virgen María, a la que no fuimos, estábamos muy cansados de tanto andar y debido también al calor. En este edificio aseguran que ha vivido la madre de Jesús.
¿Habéis visitado las ruinas? ¿Habéis oído hablar de ellas? ¡Cuéntanos tu experiencia!
Maravillosa y Mágica Turquía. Su Mágica me envuelve. Ruta obligatoria para el buscador de su Esencia.