“El problema kurdo se parece a un hombre enfermo, necesita una operación, no una simple aspirina”, explicaba Osmar Baydemir, alcalde de Diyarbakir (este de Turquía, considerada capital kurda) en el marco de la Conferencia Internacional 2013 que se celebró, el pasado 10 y 11 de octubre, en San Sebastián, dirigida a la construcción de la paz desde el ámbito local. “El problema kurdo se relaciona con el reconocimiento de los derechos del pueblo kurdo y el paquete de democratización no tiene que ver con la cuestión kurda”, resaltaba  Baydemir.

Decepción y frustración. Ése es el sentimiento generalizado de la población kurda como reacción a las medidas que el primer ministro Recep Tayyip Erdogán anunció, el pasado 30 de septiembre, en el contexto del proceso de paz que el Gobierno central y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en turco) mantienen desde el pasado marzo, después de que el líder encarcelado del PKK, Abdullah Öcalan, procediera a un alto el fuego permanente de forma unilateral, tras discusiones internas sobre la viabilidad de utilizar exclusivamente vías políticas para el reconocimiento de los derechos del pueblo kurdo. Diez meses que han dado una tregua a funerales y cierto alivio en la vida cotidiana al este de Turquía, sin embargo, dicha tregua ha alcanzado un punto delicado. Existe “un riesgo fuerte de volver a la lucha armada en caso de que no se cumplan determinadas condiciones mínimas”, declaraba el alcalde de Diyarbakir, que al mismo tiempo aseguraba que el pueblo kurdo no quiere más muertos ni más armas, sino simplemente vivir con libertad y en el reconocimiento de sus derechos. Por su parte, el alcalde de Batman aseguraba que, en caso de que no se dieran las condiciones mínimas, “hasta las elecciones generales en marzo no creo que vaya a empezar la violencia, pero si después de las elecciones continúan haciendo lo que hacen, engañar a los kurdos, otra vez puede retomarse la lucha armada con el PKK”.

Osman Baydemir en la Conferencia Internacional de Paz de Donostia

Osman Baydemir respondiendo a las preguntas en la Conferencia Internacional de Paz/ Donostia.J.M

Serhat Temel en la Conferencia Internacional de Paz

Serhat Temel, alcalde de Batman, un día antes de su intervención en la Conferencia Internacional de Paz/ Donostia. J.M

 

En lo referente al problema kurdo (reivindicación autonomía, reconocimiento identidad y respeto de la lengua kurda a grandes rasgos), las reformas anunciadas por Erdogán fueron calificadas de “insuficientes” para avanzar en el proceso de paz. El pueblo kurdo espera ahora el anuncio que Öcalan hará sobre el estado actual de la tregua. Erdogán explicó que, a través de las reformas, podrá estudiarse kurdo en las escuelas privadas. “Solo la gente que tiene dinero puede mandar a los niños a la escuela privada”, aseguraba Serhat Temel, alcalde de Batman (este de Turquía, a una hora de Diyarbakir), “esa regulación pisa nuestro honor, los niños turcos van a aprender su idiomas pero los niños kurdos no”. Sehrat Temel calificó de “absurda” la reforma de despenalizar el uso de letras inexistentes en el alfabeto turco (q,x y w). Las reformas introducen también la posibilidad de que los pueblos y ciudades kurdas puedan utilizar su nombre original kurdo (Diyarbakir es conocida como Amed) y los partidos políticos podrán utilizar un idioma difernte al turco durante las campañas electorales.

Condiciones mínimas para avanzar en la paz

La “insuficiente” regulación de la lengua kurda, el no reconocimiento de la identidad kurda en una nueva Constitución  y la no modificación de la Ley antiterrorista, que define vagamente el concepto terrorismo y ha llevado a prisión a miles de activistas, periodistas y políticos, así como la no modificación de la ley electoral en ese diez por ciento que impide una representación más amplias de los kurdos en el parlamento nacional, ha causado mucha frustración y desesperanza.

Las condiciones mínimas para avanzar en el proceso de paz serían, según Osman Baydemir, “abrir vías para la libertad de expresión para que los políticos hagan su política, abrir vías para que las lenguas maternas sean oficiales, la modificación de la ley elecotral y liberar a los presos políticos que están luchando de forma legal y pacífica”.

Las reformas anunciadas se produjeron en un contexto de tensión social en el país, a las puertas de la renegociación de las condiciones del proceso de adhesión de Turquía en la Unión Europea. A raíz de las protestas Gezi,  parte de la población critica duramente las políticas del partido de Erdogán, tachándolo de islamizador. La presión de la religión en la vida cotidiana, la nueva regulación de la ley del alcohol que restringe su consumo o la medida anunciada por el primer ministro de que las funcionarias podrán utilizar velo en la Administración pública (cuenta con algunas excepciones: juezas, fiscales…) rompen los principios que el padre de la República de Turquía, Mustafá Kemal Atatürk, estableció: separación Estado y religión. Dos bandos sociales muy palpables en Turquía.

Reconocimiento del idioma yla identidad kurda

Los entrevistados no hablan sobre Kurdistán sino sobre el reconocimiento del idioma y la identidad kurda en Turquía/ Diyarbakir. J.M

Triángulo social que tensa Turquía

El gobierno de Erdogán es criticado por los considerados kemalistas, pero al mismo tiempo el primer ministro introduce paulatinamente cierto reconocimiento de derechos del pueblo kurdo. “En el contexto no hay diferencia entre kemalistas y el gobierno”, interpretaba el alcalde de Diyarbakir, “durante 80 años los kemalistas explotaron a los kurdos, ejercieron represión, Erdogán habla pero no dice nada, dice democracia pero no hace, dice que la lengua materna dividirá al Estado”.

Una división social palpable también. Se percibe en las conversaciones y modos de actuar tanto en kurdos como en turcos, aunque estos últimos nieguen la existencia de prejuicios y cualquier discriminación hacia los kurdos, aunque después, muchos de ellos no sean partidarios de que se estudie la lengua kurda en la escuela, y critican al gobierno de Erdogán por su carencia de libertad y respeto por los derechos de las personas que no se identifican con la religión musulmana.

“Si el Estado pierde esta oportunidad, la juventud no va a tener confianza en él. La juventud kurda no cree en las negociaciones. La juventud turca odia a los kurdos, eso es muy general en toda la población de Turquía. Ésta es la última oportunidad para la paz, si la perdemos estaremos más divididos con el pueblo turco”, admitía Baydemir.

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