Durante la noche del 5 de mayo y el día del 6 de mayo esta fiesta llamada Hidrellez celebra el inicio de la primavera.

Dice la leyenda que un santo anciano y barbudo llamado Hizir, a quien se le considera el profeta de la primavera, desciende de los cielos para cumplir todos los deseos inscritos en las cintas de colores, que se cuelgan del árbol de los deseos.

Durante el Hidrellez los ciudadanos cuelgan sus deseos en el nahil, es decir, el árbol de los deseos. Los (futuros) amantes escriben sus sentimientos en cintas de colores que después cuelgan en las ramas del árbol, con la esperanza de que se hagan realidad.

La costumbre dicta escribirlos en un papel y colgarlos de los árboles o las paredes para que se cumplan. A la noche, se prenden hogares y se salta encima del fuego.

La leyenda cuenta que Elías era un soldado de un rey. Junto a Hizir y otros soldados más, fueron a buscar el agua de la vida. Un día, Hizir y Elías comían pescado seco en la orilla del mar. De repente, un poco de agua se llevó el pescado y este revivió de repente, saltando al mar: habían encontrado el agua de la vida.

La leyenda dice que un ángel apareció en aquel momento y les comunicó que Hizir viviría para ayudar en la tierra, y, Elías, en el mar.

Cada año, justamente en el día de Hidrellez, ambos se encuentran en algún punto del mundo. Y allá donde lo hacen se dice que la primavera es mucho más alegre, bonita, fértil y milagrosa.

Esta fiesta se inscribió en 2017 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

Según la Unesco, “en la celebración de esta fiesta tienen lugar ceremonias y rituales vinculados a la naturaleza, con el objetivo de atraer el bienestar, la fecundidad y la prosperidad de las familias, así como la protección de los cultivos y el ganado”.

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