“Si tú y yo estamos bebiendo raki es por Atatürk”, advertía un ciudadano turco, en un restaurante. El raki es una bebida fuerte con sabor a anís, muy típica en Turquía, suele acompañarse con pescado. El sol y sombra que existía en España hace ya tiempo, más o menos. El raki produce además seriedad, momento-conferencia, más si se trata del “gran” hombre que fundó la República de Turquía cuando el Imperio Otomano quedó hecho añicos; Mustafá Kemal Atatürk.
“Si Turquía no es como Irán o Irak es por Atatürk”, defendía en la mesa, en la seriedad del raki, a pesar de ser una persona con mucho sentido del humor. El humor se desvanece, si, sobre la mesa, se plantean ciertas cuestiones: ¿cómo está la gente en el país? A continuación: qué ha pasado con los derechos de los kurdos, los alevís, las minorías, qué ha pasado con los derechos de algunos musulmanes también, qué ocurre ahora con los derechos de estos defensores de Atatürk.
Turquía está cambiando de alguna manera.
Los relojes se ponen en marcha
Recep Tayyip Erdogán, presidente de Turquía, ha girado de algún modo las agujas de los relojes que se paralizaron. El palacio Doltmabahçe es un lugar precioso, desde fuera no parece gran cosa, a excepción de estas puertas gigantescas bañadas en oro que lo protegen, en su interior deslumbra la arquitectura, la decoración y la historia que en él se encierra. Es un lugar muy aconsejable para visitar en Estambul. Mustafa Kemal Atatürk murió allí, desde entonces, gran parte de él -existe una sala que suele utilizarse para ciertos acontecimientos- se mantiene impoluto. Los relojes de ese edificio se pararon a la hora exacta de su muerte.
De una manera simbólica, tras tantos años de ausencia física, en un contexto de inestabilidad política constante, debido también a la situación geográfica de Turquía, secretismo por todos los lados y una larga carta de vulneraciones de derechos humanos, los relojes parecen haberse puesto en marcha, ¿será hacia adelante o hacia atrás?, en función también en qué grado el Estado se mezcle con la religión. El “bando” laicista insiste en que el partido tiene una “agenda oculta” para islamizar al país según el modelo iraní.
La sociedad se tensiona
Desde que surgieron las protestas Gezi hace ya dos años, se percibe cierta rivalidad entre los diferentes sectores sociales en Turquía, como si algo tuvieran que reprocharse, o cada sector tuviera una idea de qué/cómo debe ser Turquía, cada uno de los sectores además con su “daño” a las espaldas, más si se trata de minorías sociales que lo han pasado realmente mal, como los kurdos, armenios o alevís, aunque muchos kurdos reaccionaron también en violencia.
En realidad lo que está en juego en Turquía es un ajuste de cuentas de añejas élites que con una concepción patrimonial del Estado y de su interpretación laica se han visto desplazadas del poder por las urnas… y no se resigna a ello.
Tratan de manipular el miedo al islamismo” (…) y arrojarse la defensa del laicismo (versión fundamentalista y excluyente considerada “una forma de vida” susceptible de ser impuesta a todos los ciudadanos que, lejos de basarse en la neutralidad confesional del estado, coarta sus libertades individuales) para derrocar al Gobierno con estratagemas jurídicas, indica el texto ‘laicismo e islam: la lucha por el alma de Turquía´.
Da la sensación de que el proceso de paz es verdaderamente lento, muy secreto también. Pero existe y eso es positivo. A pesar de ciertos despuntes de violencia, la sociedad está más aliviada.
El pasado 10 de febrero de 2015, se celebró en Bilbao la jornada “Peace-building through democratization: The kurdish case in the light of the basque model”– construcción de paz a través de la democratización: el caso kurdo a la luz del modelo vasco–, un encuentro de discusión/conversación entre académicos, personas del ámbito institucional y social, surgieron ciertas cuestiones interesantes.
Comparar a Atatürk con Franco
Eyen Mahçupyan, asesor del Primer ministro en Turquía (TESEV), comparó “cuando en España murió Franco” con la actual transformación de Turquía, a la pregunta de cómo influía en el proceso de paz en Turquía lo que parecía se trataba de una transformación del Estado turco, es decir, desde un Estado laicista en los inicios fundados por Mustafá Kemal Atatürk, hacia un Estado que rompía de forma parcial y sutil esa separación Estado-religión a través de ciertas modificaciones legislativas, con las consecuencias emocionales y sociales que ello conllevaría.
La comparación entre Atatürk y el maligno Franco que tanta desgracia ha traido a España -tres generaciones después, aún percibimos su fantasma y determinados políticos en España hablan desde Madrid como si aún pertenecieran al bando vencedor de la guerra civil- impactó a primeras, reducirle a la condición de dictador, lo ven como un salvador, sobre todo, en ciudades como Izmir que es en realidad donde más libertad se siente en Turquía, toda la costa suroeste, Bodrum, Marmaris… y al mismo tiempo lo que encierra esa misma “libertad”: una única nacionalidad, raza e idioma, y la separación muy estricta entre religión y Estado, ese laicismo que se asemeja en cierta manera al sistema francés- con los problemas que en Francia ha habido también con la comunidad musulmana-.
Precisamente, representantes turcos del gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo -AKP, partido que gobierno en Turquía- adujeron que “la protección de las minorías es un sistema calcado al sistema francés, no hay minorías, reconocidas, salvo las minorías musulmanas y la autonomía se percibe como un sistema separatista”, señalaban. Autonomía que solicita el partido pro-kurdo HDP, tachado en el propio encuentro de “cierto vínculo con el PKK”, cuyas filas engloban un buen número de mujeres, en un país que tiene la desgracia de contar con un alto porcentaje de mujeres víctimas de violencia de género y asesinatos, a pesar de ser un país relativamente seguro.
Cuando se comenta con personas pro Atatürk este tipo de cuestiones, como el no reconocimiento de minorías… repiten con insistencia lo inteligente que fue y el trabajo tan difícil que realizó para implantar todos estos cambios. Sin embargo, cuanto más se conoce Turquía, parece que aquellos cambios tan fuertes, conllevaron fuertes tensiones,una separación estado-religión en un país además de mayoría musulmana y sin la protección de las minorías presentes. Una locura.
En el encuentro académico e institucional sucedió algo curioso. Entre los diferentes conferenciantes, asistió Isabel Celaá, política española que milita en el Partido Socialista Obrero (PSOE). Una mujer que habla con mucha propiedad y elegancia, aunque cuyas palabras se sentían con cierta frialdad. El encuentro pretendía mostrar a los representantes turcos ciertos ejemplos de gestión de Euskadi (legislación, economía, idioma…) y conflicto (se habló algo de ETA, pero poco de la población y eso que hablamos de las consecuencias de un conflicto armado prologando que suele desarrollarse en un contexto de sistema guerra, es como decir que el franquismo no tuvo consecuencias sobre la ciudadanía española, solo entre los franquistas o los rojos, aunque lógicamente la similitud no es la misma pero el sistema guerra es siempre similar), cada interviniente tomaba la palabra en una serie de bloques temáticos.
Isabel Celaá afirmó, delante de todos los presentes, que en Euskadi habíamos logrado una importante mejora del uso del euskera, ejemplificó con el porcentaje más alto de profesores que en generaciones más frescas hablan ya euskera, y afirmó literalmente:“nadie en Euskadi se ha sentido oprimido por el euskera”.
El euskera es un idioma precioso que por supuesto debe cuidarse, promocionarse y enseñarse. Me veo obligada a escribir esto, y no omitirlo, por si algún lector recién llegado lee este artículo en clave de bandos (si escribo sobre Turquía y los kurdos se sobreentiende que una debe estar con Turquía o con los kurdos, no tiene por qué ser así). Respondí que las conversaciones con ciudadanos, demostraban que eso no era verdad, si no que me había encontrado con muchas personas que no hablaban euskera porque no se sentían cómodas (podríamos hablar también del número de habitantes que ha cambiado los apellidos, relegando el apellido castellano a un segundo puesto y poniendo el vasco el primer lugar, ¿no es acaso un signo de que algún tipo de problema existe?): “mi lengua materna es el castellano y el euskera”, me dijeron el otro día dos chavales. Me pregunto yo si es posible que haya dos lenguas maternas, ambas saben que su verdadera lengua materna es el castellano porque sencillamente se expresan mejor en él y tienden siempre a él.
“A veces no estoy cómoda con ellos, hablan todo el rato en euskera”, comentaba hace poco una amiga mía. “El 80 por ciento de los trabajadores hablan euskera, las asambleas son en euskera y en castellano, pero todos van a las asambleas en castellano, la fábrica ha hecho encuestas para ver qué ocurre”, me comentaba recientemente un cooperativista. Del mismo modo, habrá vascoparlantes que se hayan sentido reprimidos por no haber podido desarrollarse en su idioma de una manera completa. El conflicto entre castellano y euskera ha sido claro.
El sufrimiento de “tensionar”
La respuesta a mi réplica fue que tuvieron que “tensionar” mucho para introducir el euskera en las escuelas, en las calles… “Tensionar” me rondaba en la mente, todo el sufrimiento generado en una ciudadanía absolutamente indefensa, “tensionar” fue lo que también se hizo en el franquismo cuando el euskera quedó prohibido, la ciudadanía relegada a un espacio en blanco, políticas que hablan en una máxima frialdad, no conocen o prefieren no conocer el sufrimiento de quienes les votan. Se siente entonces la lejanía del poder.
“Tensionar” se entiende como la aplicación de una serie de políticas o medidas que suponen cierto menoscabo en la población, llevadas al límite en el presión hacia los ciudadanos. De ahí la relación entre la situación lingüística en Euskadi y la transformación actual del Estado turco: importa la fuerza en cómo se pretende generar una transformación y cómo esa transformación afecta a la ciudadanía, si genera bienestar o al contrario la menoscaba, teniendo en cuenta que es difícil que toda la ciudadanía esté de acuerdo.
Ese mismo “tensionar” en Turquía, cuando se llevaron a cabo reformas muy fuertes para “modernizar y occidentalizar” el país: ahora todo sale a la luz, cada cual reclama lo suyo. La primera pregunta que viene a la cabeza es si la transformación de Turquía se hará a través de ese mismo proceso de “tensionar” que a los políticos tanto les gusta y a la ciudadanía tan mal le sienta, cómo reaccionarán las personas, que son muchas, las que apoyan a Atatürk y por tanto sus convicciones.
La segunda pregunta que se plantea es si una separación no rígida entre Estado y religión podría llevar con el tiempo a un Estado islamista, lo que parece poco probable, el modelo que inspira el HDP y los propios defensores de Atatürk frenarían ese avance. La tercera es si esas políticas que en Occidente tachamos como proislamistas son fruto o expresan o tienen cierta relación con la rigidez de aquella transformación.
Muy buen artículo, tensionar nunca es bueno y la verdad que el tema lingüística es muy complejo, de hecho en Galicia también tenemos que lidiar con este problema, de como conservar ese patrimonio sin imposiciones, porque aquí vemos que sin medidas positivas el idioma se esta perdiendo, pero gran parte del rechazo a aplicarlas surge de los intentos de imposición, porque se pasa de un extremo a otro y el conjunto de la ciudadania lo veo como un tema politizado por una parte minoría que lleva las medidas a un extremo, sin consenso y metiendose en temas que no les incumbe y que estan relacionados con la vida normal de los ciudadanos,
El tema de Atatürk es un tema complejo, evidentemente existen grandes diferencias entre Franco y él de partida ya que el impuso su regimen como consecuencia de la invasión extranjera del territorio patrio, no por un golpe de estado. Por otro lado modernizo el país y lo hizo mas laico, pero creo y fomento un culto a su personalidad que roza el fascismo y del que la sociedad turca deberia ya desprenderse.
Dio imagen de demócrata pero reprimió toda oposición a su persona y reprimió a los pueblos que se le opusieron. Por otro lado hizo tabula rasa de Turquía, un país que se caracterizaba por la gran diversidad de pueblos y de lenguas y lo uniformizo forzando todo para crear una única identidad nacional así se dan casos tan estupidos de un amigo de Antakya que el es de origen arabe, que habla la lengua pero no sabes escribirla, ser analfabeto de su propia lengua es algo que no se deberia permitir.
Que el gobierno turco diga que no hay minorias en Turquía es obviar la realidad en un pais que en su DNI preguntan por la religion y que muchas religiones como la Aleví no puede desarrollar libremente sus actividades porque el gobierno tiene una vision unica del islam y el tema es que al final los Kurdos, los alevís, los judios, los armenios etc viven en sus propios barrios, algo que no pasa en España. Aquí no hay barrios de vascos o catalanes en Madrid y con la excepción de la comunidad gitana, que en gran parte (evidentemente no solo por eso) no ha sido asimilada porque en si misma no quiere integrarse, ya que eso supondria su extinción etnica.
El gobierno turco puede decir lo que quiera en una conferencia o en papel lo que quiera pero la realidad es otra y hasta que no acepte su diversidad y sus diferentes lenguas sufrirá conflictos tras conflictos.
Hola Miguel,
Muchas gracias por participar, la información queda mucho más completa con tu aportación. Estoy de acuerdo en lo que dices, el tema lingüístico es muy complicado, medidas positivas pero sin la sensación de imponer.
En Turquía me llama la atención esos barrios que has nombrado, creo que serían un buen indicador de desplazamiento interno.
Un saludo.