IZMIR. Es curioso observar la gravedad de la violencia y la calamidad de sus consecuencias en el este de Turquía en especial, y el silencio que todo lo envuelve. Es el sonido de la guerra manifestado en la reacción de las personas que lo sufren. Ese escaso impacto que se observa en la vida cotidiana y las conversaciones en la ciudadanía turca, al menos en Izmir, ciudad situada en el sur-oeste de Turquía, conocida por su tendencia proeuropea y las ideas defensoras de Mustafa Kemal Atatürk, a pesar de la situación alarmante de asesinatos, muertes desgraciadas y desplazamiento de personas en otras ciudades como Diyarbakir o Cizre.
He querido realizar un pequeño experimento: no he incitado a hablar sobre el silencio que se escucha y me he resistido a preguntar sobre él, he querido observar cómo las escenas se traducen con la naturalidad en los 20 días que he estado en Izmir.
La señora del tono elevado de voz rompe el silencio
Nada más llegar a Turquía, en la cocina de una casa, apenas dos horas después de haber aterrizado en el aeropuerto de Izmir, una señora elevaba el tono de voz. Es una señora que habitualmente habla con un tono de voz tranquilo, de forma pausada. Me sorprendió escucharla hablar en turco en aquel tono de voz tan elevado. Otra señora escuchaba atenta y otra persona guardaba efectivamente silencio, al igual que yo. Continuaba hablando la señora, y pregunté, por pura curiosidad, qué ocurría: la mujer del tono elevado había visto un vídeo sobre fuerzas de seguridad turcas que supuestamente habían matado a una mujer en Diyarbakir, considerada capital kurda en Turquía. La hermana gesticulaba gestos de rechazo, aquello no podía ser, cómo las fuerzas de seguridad turcas podrían supuestamente matar a una ciudadana sin una razón de por medio, la persona presente gesticulaba en el mismo sentido.
La mujer del tono elevado pidió que buscara el vídeo en Internet y se lo enseñara a la otra mujer presente. Quería que viera con sus propios ojos que aquello había ocurrido. Todos vimos el vídeo: aparecían fuerzas de seguridad (no sé si son policías corrientes, soldados o policías especiales) registrando una vivienda en Diyarbakir, no sé qué buscaban pero algo andaban buscando, buscaban en los cajones, en los colchones, en los armarios… según parecía en un estado de relativa calma, si es que la calma puede darse en un contexto de registro domiciliario, y de repente se escuchaban tiros y a continuación la cámara giraba hacia gritos desgarradores.
Es el sonido de la guerra: la confusión de las escenas, los tiros que suenan por aquí y por allá, la pérdida de vidas que en un contexto de paz (aunque resulte imperfecta) seguramente no se darían. Y al mismo tiempo el silencio que viene después.
Tras ver el vídeo realmente muy desagradable, las dos personas adujeron que aquello era propaganda. Plantearon la pregunta: ¿quién ha grabado el vídeo? ¿si es la propia policía la encargada de grabar un vídeo por qué lo publican? ¿cómo ha muerto la persona si no se ve en el vídeo?
¿Propaganda o realidad?
La cuestión de las estrategias y la propaganda suele salir en muchas ocasiones, como si las personas no se creyeran que entre bombardeos y tiros de una parte o de otra o de ambas existieran ciudadanos/as que realmente perdieran la vida. Dicho de manera elegante. Puede que en algunas ocasiones se trate de propaganda, puede que en otras no. Pero lo innegable es la existencia de muertes de personas inocentes que se ven envueltas en medio de un conflicto que soportan desde hace demasiado tiempo. Informaciones de medios así lo corroboran, informes independientes también así lo dicen, sin embargo, parece que la comunidad internacional nada dice, ni siquiera se habla mucho de eso en la propia ciudadanía que en Turquía vive.
En realidad el silencio se da con mucha frecuencia: refugiados que aguardan a las puertas de la Unión Europea.
¿No atenta el Partido de los Trabajadores del Kurdistán? Al parecer, según informa Europa Press, el último atentado que supuestamente el PKK iba a cometer fue durante Nochevieja en la capital Ankara, del que resultaron detenidos ocho integrantes. Sin embargo, la ciudadanía parece más preocupada del yihadismo que del PKK. No se observa con notoriedad atentados reivindicados por el PKK, o no son del PKK o son de otras escisiones que actúan bajo su nombre, dado que no querrían perder la reputación que han adquirido en la esfera internacional gracias a su lucha contra el Estado Islámico o ahora denominado Daesh.
El ambiente en Izmir está calmado, aunque se observa presencia de policía y muchos controles, pero no un impacto tan directo de la guerra como se lee, se escucha y puede observarse en ciudades como Diyarbakir o Cizre. Las imágenes que se muestran en redes sociales y en los propios medios de comunicación expresan la barbarie de la guerra: edificios muertos a balazos, calles sucias y saqueadas, personas tiradas de cualquier manera sobre el suelo con los hilos de sangre colgando.
Las noticias estallan el silencio
La segunda escena ocurrió en la sala de una casa: estábamos viendo las noticias. Mira, mira, hay un reportero que entrevista a una familia en Diyarbakir.
¿Son turcos o kurdos?, pregunté. Silencio.
La tercera escena ocurrió en esa misma sala: estábamos viendo las noticias. Aparecían bombas o bombardeos en Diyarbakir. Todo silencio. Pero si hay casas al lado, ahí vive gente. Dije. Silencio.
La noticia alarmante de una mujer asesinada porque un proyectil entró en su casa. O la noticia alarmante de la muerte de un bebé de tres meses de edad y su abuelo a causa de disparos en Cizre.
Según la página web Kurdish Questions desde que el proceso de paz acabara el pasado julio han muerto 108 personas a manos de las fuerzas de seguridad turca, 58 niños. Otras cifras se sitúan en torno a los 200 muertos. Según informa el periodista Manuel Martorell en el medio cuarto poder, dada la actual situación de toques de queda en una veintena de ciudades situadas en el este del país se estaría viviendo una verdadera guerra que afectaría a millón y medio de personas, unas 500.000 se habrían visto obligadas a abandonar sus hogares. Obtener cifras es realmente complicado. He encontrado una noticia sobre un civil asesinado a manos del PKK en un atentado el pasado julio en Diyarbakir, aquí es de resaltar lo que siempre se repite desde la ciudadanía turca: asesinatos de profesores turcos que residen en el este del país a manos del PKK, pero no he encontrado información al respecto.
De hecho Al-Monitor publicó un artículo muy interesante sobre el silencio en el oeste de Turquía respecto de la situación en el este del país. El artículo invita a leer las declaraciones del líder del Partido Democrático de los Pueblos (HDP, en turco), defensor de las minorías del país, Selahattin Demirtas: “La gente en el oeste del país podría levantar la voz en contra de la situación [actual del este de Turquía, muertes, asesinatos, toques de queda, barricadas contra las autoridades turcas…], porque esto está hecho en su nombre [el de la ciudadanía turca]. Si el oeste de Turquía dijera no a esta guerra, el gobierno no puede prolongarla ni un día más. Los diálogos y las negociaciones pueden empezar al día siguientes, nosotros estamos listos”.
Razones del silencio en el oeste de Turquía
1) Toda oposición a la situación actual a la guerra es considerada terrorista. Esta manifestación tiene cierto razonamiento: en Izmir con todas las personas con las que me he relacionado consideran al PKK una organización terrorista, y llama mucho la atención esa percepción social con el uso del término “guerrilla” en medios de comunicación occidentales o incluso en las palabras del célebre escritor turco Orhan Pamuk. Se percibe cierta presión cuando se defienden los derechos de las personas a vivir y se recuerda que el Estado turco es responsable de cada una de las víctimas que la guerra produce. Y los soldados, fuerzas de seguridad… (en un mundo también idealista) deben ser muy cuidadosos en activa y en pasiva respecto de la ciudadanía, porque no hablamos de una organización terrorista, si el Partido de los Trabajadores del Kurdistán se entiende como organización terrorista o guerrilla, que eso lo dejo también en la comprensión del lector, si no de un gobierno que supuestamente representa un sistema democrático, que eso también lo dejo a elección del lector.
2) La moral en la ciudadanía turca es baja y no creen que una manifestación en la calle acarree consecuencias positivas. De hecho me ocurrió que durante una conversación que incité sobre los motivos del silencio (estaba harta del experimento) una de las respuestas fue: “mira lo que nos pasó en Gezi”. Tras las reelecciones que tuvieron lugar el pasado noviembre, le pregunté a un amigo cómo veía el resultado, ganó el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en turco), liderado por Recep Tayyip Erdogán, aunque sea Jefe de Estado. “La mitad del país ama a Erdogán, la otra mitad lo odia”, respondió con una calma que me estremeció. La percepción del país es mala, de hecho no me sorprendió leer la noticia de que 45 artistas presetaron en el museo MAXXI de Roma a Estambul como la ciudad símbolo de los cambios negativos del siglo XXI, debido a la represión de las manifestaciones Gezi, la desproporción entre el coste de la vida y los salarios, el contagio de las guerras y conflictos, el propio conflicto que sigue sin solucionarse.
3) La percepción de ataques terroristas. El hecho de que algunos alcaldes del partido HDP hayan realizado “actos de resistencia” impidiendo la entrada de fuerzas de seguridad turcas o las “barricadas” de algunos ciudadanos kurdos en ciudades del este que han sufrido toques de queda muy severos, así como cortes de agua y suministro eléctrico, no se perciben como actos de defensa o resistencia si no como un conglomerado de lo que la guerra supone. Incluso las detenciones de dirigentes del HDP o los atentados contra los edificios de este partido se perciben internos en el engranaje del gran juego que supone. Las percepciones juegan también un papel muy importante en el funcionamiento de la guerra, cómo se crea la imagen del enemigo, la existencia del otro…
4) La influencia de los medios de comunicación turcos. Es muy complicado diferenciar entre la verdad o no, lo que ocurre o no, en un país que cuenta con un alto índice de periodistas encarcelados o una grave censura de los medios de comunicación, ya sea por entenderse que se insulta a Recep Tayyip Erdogán como por informaciones que supuestamente vinculan al gobierno turco con la financiación del denominado ahora Daesh en Siria.
Iniciativas de paz que acaban en detenciones
Pregunté explícitamente por el silencio en Izmir: “es el juego entre el gobierno y el PKK”, respondieron. “Los kurdos que saben que hay alguien del PKK llaman a la policía para denunciarlos”, me contestaron. “Es todo un gran juego”, repetían. “Demirtas nos gustaba, pero después cambió, un día apoya la independencia, otro no, para qué independencia si podemos vivir todos juntos [aquí habría que ver en qué condiciones se ha convivido], han querido hacerlo todo demasiado rápido y pedían la amnistía de Öcalan, eso no está bien“, me dijeron.
Una observa cómo hablan unos, cómo hablan los otros, lee esta noticia, aquella noticia, y todo es un sistema de percepciones, falta de información y desgracias. A esto además se le añade la activación del daño pasado no resuelto. La fecha 1990 resuena de una manera alarmante. Se mezcla además el problema del yihadismo, el conflicto en Siria, la influencia de Estados Unidos, Israel y Rusia. Todo un conglomerado de factores y actores que no ayudan.
Me ha llamado en especial la atención una iniciativa que consistía en un recorrido a pie desde Bodrum a Diyarbakir para clamar por la paz. Acabó en detenciones. O las detenciones de estudiantes de una universidad de Izmir cuando se manifestaban en favor de la paz.
Llama la atención el estallido de ese silencio, como si todo lo empañara. No ayuda a la frustración de la invisibilidad de un segmento de la población kurda ya se hace notable, ya se daba durante el proceso de paz, aunque parecía que se había aliviado en cierta manera.
Más daño que reparar en un futuro.
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