atentado Estambul

Imágenes bloqueadas en Turquía donde una hilera de taxis se ve enfrascada por láminas del techo esparcidas en desorden en el andén de espera. Personas inocentes tumbadas en el suelo recibiendo asistencia. Una ambulancia que transporta a un pequeño malherido. La imagen de una oficina desde donde todo se ve destartalado.

Son las imágenes visuales del atentado que se cometió en Estambul, el pasado 28 de junio, en el aeropuerto de Atatürk, un lugar de tránsito, llegada e ida, donde muchas personas lo visitan a diario, un aeropuerto muy transitado.

No parece pura casualidad que se cometa un atentado donde ya se contabilizan 41 muertes y 239 heridos precisamente en el aeropuerto, con la intención de propagar el miedo y dar el aviso a a todo el mundo de que continúan existiendo, sin que el ataque haya sido reivindicado, aunque según declaraciones de autoridades turcas tiene signos de pertenecer al Daesh. Tres bombas estallaron y hubo también un tiroteo.

Brave Readers reitera que la violencia no es conflicto, la violencia es la manifestación del conflicto. Cuando se acabe el conflicto, se acabará con la violencia.

Las personas con mucho miedo, un atentado que siembra horror, y que llega además después de muchos otros. Y el miedo a la barbarie, el miedo a que algo desafortunado pase, el miedo ya en las personas.

Un día después de que se anunciara cierta normalización de las relaciones con Rusia. Recordamos la grave disputa diplomática que surgió cuando autoridades turcas derribaron un avión de combate ruso en la frontera turco-siria. Después también que se anunciara la normalización de las relaciones con Israel. Turquía ha firmado un acuerdo con Israel después de seis años de hostilidades y una relación muy tensa, a raíz de que comandos israelíes mataran a activistas turcos pro-Palestina que se dirigían a la franja de Gaza en una flotilla. Ya parecía que Recep Tayyip Erdogán había entendido que no se puede vivir sin amigos y que de no normalizar relaciones, en especial, con Rusia, de donde procede una parte muy importante del turismo que da mucho dinero a Turquía, las pérdidas económicas iban a notarse en el país.

Y cuando llegan dos noticias que despiertan alegría, cuando cierto optimismo respecto del verano y en relación a unos meses desastrosos entre el ahora denominado Daesh y la problemática permanente con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán una vez llevaron a pique el proceso de paz, se remarca de nuevo que la huella de la violencia no abandona este país.

Cuando dos noticias buenas llegan, una mala colapsa todo para enfangar de miedo, enfado, incomprensión y lógicamente a la preocupación de quién estaría, con la mala suerte de estar, en ese aeropuerto a esa hora, 22:00 horas más o menos.

Y del miedo, el enfado, la incompresión y el hartazgo que genera la violencia tan desmesurada y repugnante, a pesar de ser Ramadán, a pesar de esas dos buenas noticias, se pasa a reclamar que por favor no se aísle a Turquía del turismo y que las personas viajen.

Porque Turquía tiene grandes lugares.
Porque Turquía tiene cultura bonita, gente simpática.
Porque Estambul es una ciudad que merece ser visitada.

Lo que no se puede negar es que Turquía tiene problemas, y debería de empezar a solucionarlos, si no quiere perderse en ellos, perder a los de dentro en ellos y perder a los de fuera para que puedan disfrutar de dentro.

Brave Readers condena de forma tajante el atentado cometido el pasado 28 de junio en el aeropuerto de Atatürk en Estambul. Opina que el objetivo del terrorismo es propagar el miedo y llamar la atención. Es ahora tiempo de prudencia, de calmar los nervios y no dejarse invadir por lo que ellos quieran. Reitera que Turquía es un lugar seguro para viajar, a pesar de la desgracia que el país ha sufrido, aunque no recomienda viajar al este, por la problemática permanente con el PKK, que no solucionan ninguno de los dos bandos.

Llama a las autoridades turcas a atajar el problema en su raíz, y le recuerda que es responsable de las víctimas que se producen en su terroritorio.

Percíbase las diferentes ingentes entre sentir paz o sentir violencia en un lugar.

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