Al visitar un pueblo, recorrer sus calles, ver sus fachadas, o al visitar una ciudad, y comprobar la marcha de las personas, los establecimientos, el ocio en ella o al visitar un lugar, la inamovilidad del paisaje que tanto mueve por dentro, sentir el viento por dónde corre, si es caliente o frío, inevitablemente al visitar se tienen sensaciones.
¿No te ocurre a ti también?
En este caso la sensación de Arcos de la Frontera, al andar por sus calles, al ver sus fachadas, ese blanco que todo lo cubría, de ahí que esté situado en la Ruta de los pueblos blancos en Cádiz –sí, Cádiz no solo es playa– la sensación era la de un lugar con un gran impacto de la religión, e impacto el mío también ante esa sensación, un lugar muy bonito por sus calles completamente blancas y los tiestos colocados con colores que provocaban shock en la mirada, un lugar repleto de iglesias y lugares de culto que vienen del pasado, una sentía cristiano, árabe, esos patios que encierran secretos, y un lugar algo desolado, como con añoranza, como si no estuviera tan bien cuidado como otras localidades de Cádiz con un mayor flujo de turistas pero sin embargo tuviera gran potencial.
Tenía muchas ganas de hacer la Ruta de los pueblos blancos que había visto de forma previa en la guía de Cádiz. Por eso, en un día de Levante, aprovechamos para visitar Arcos de la Frontera, pueblo situado en la montaña, completamente blanco y en especial, pueblo que transporta al pasado (de España). Y puede que me llame la atención esos lugares que tiran para atrás porque precisamente vivimos para adelante con excesivo ritmo. ¿Qué te parece?
Arcos de la Frontera, lugar de añoranza
Me gusta visitar lugares dejados un poco en la mano de Dios, nunca mejor dicho. Y en cierta manera, revisando ahora las fotografías que hice sobre esta localidad, me llamó mucho la atención ese toque señorial del pasado que mostraban las númerosas fachadas de casas deshabitadas del pueblo.
Una especie de Bergama en Turquía. Al centro, me refiero. Lugares bellos de por sí, usados en la cotidianidad de sus habitantes, algo visitados, preciosos, y con ese halo cerrado y abierto a la vez, que despunta pasado. Al pasear por las calles de Arcos de la Frontera me imaginaba cómo sería aquella localidad durante el franquismo en España. No sé por qué pensaba aquello, allí. No lo pensé cuando visité Vejer de la Frontera, donde fotografié una placa en conmemoración a un señor de tiempos muy antiguos que había preservado los derechos humanos de los habitantes de ese poblado.
No lo pensé tampoco en Cádiz capital ni en las playas. Sin embargo, en Arcos de la Frontera sí, ese cerrazón, esas vírgenes por las calles, ese pasado no cerrado. Paseando entre sus calles, algunas anchas, otras no tan anchas, una veía los nombres de las calles, que eran algo sobre las monjas, o escuchaba de una manera espontánea (soy un poco cotilla) las conversaciones esporádicas de los habitantes: “Estamos en las manos de Dios”, dijo una señora.
Vistas hacia un pantano, el por qué de un nombre y aceitunas riquísimas
Al llegar a Arcos de la Frontera, paseamos por sus calles y llegamos hasta el antiguo castillo, ahora ocupado por el Ayuntamiento. Allí en la plaza había una iglesia que parecía muy antigua y en frente de ella una especie de terraza que daba a un lago o un pantano, creo que era artificial. Desde allí observamos las vistas.
Eran vistas bonitas, la amplitud de la mirada se extendía, y no había rastro de mar, ni para la derecha, ni al fondo ni para la izquierda, y sin embargo era bonito de ver: las terrazas blancas, el viento que soplaba, las personas que hablaban. Entre ellas, un hombre que debía ganarse la vida, como bien podía, contándoles a los turistas la historia de Arcos de la Frontera.
Afiné el oído. Recuerdo que decía algo así como que el nombre “Arcos de la Frontera” provenía de todos los arcos que tenía la localidad -es cierto que tenía muchísimos- y la frontera entre árabes y cristianos. No sé si nombró a judíos. Algo más dijo, pero me quedé con aquello.
Había otro hombre también que tenía pájaros, búhos… las personas podían tocarlos y ponerlos sobre los brazos a cambio de la voluntad. Le pregunté qué ocurriría si soltaba a los animales. Me dijo que se escaparían y no volverían. La vida misma, pensé.
Y tras pasear y pasear, tomamos una cerveza en una terraza. El calor aniquila el apetito pero para las aceitunas siempre hay hueco. Las aceitunas en Cádiz están riquísimas. Si vas allá no dudes en pedirte algunas en una terracita. Hablando con el camarero constaté lo que ya sabía: la apertura de estas gentes, una inicia y encarrilan de qué manera, en Euskadi a veces parece que hay que tirar de la lengua, pero ay en Andalucía.
Así que como consejo del camarero nos dirigimos a un pantano que había en las cercanías para comer en el club naútico -algo barato, no vayas a pensarte que está la hucha para echar cohetes- y después un baño en una mini playa al pantano que habían apañado muy muy bien. Y allí había muchas familias que habían ido a comer, con sus mesas y sus sillas, sus palabras con volumen alto y su alegría.
Pensé cómo cambia España, que ahora parece que hemos vuelto a retroceder a aquellas prácticas comunitarias de picknicks a la orilla de lo que fuera porque lo importante era compartir tiempo y no gastar en exceso.
El próximo poblado, cargados con el calor que no se iba, fue Espera. Un nombre que dice mucho. La espera es algo muy importante en la vida. Es un pueblo pequeño, así lo marcaba la guía, pero estaba completamente vacío, hacía tanta calor que la gente ni salía. Aunque no tenía pinta de que allí viviera demasiada gente. Es bonito, pero no lo incluiría en la guía.
¿Y tú? ¿Has visitado u oído hablar de esta Ruta de los pueblos blancos? Espero que te animes y visites al menos Arcos de la Frontera. Se trata, sin duda, de un lugar para ver y conocer.
P.D: Ya que hablamos de libertad de los viajes, libertad interior al fin y al cabo, quiero compartir una gran noticia contigo. Mi primera novela, Colores Prohibidos, publicada hace cinco meses, participará ( yo también en consecuencia) en la Feria del Libro y del Disco de Durango el próximo 2 de diciembre hasta el 6 de diciembre. Es la feria más importante del País Vasco y estoy muy contenta de poder participar allí. Sería genial vernos allí ¡!
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Se ve maravilloso :O apuntado para la próxima vez que vaya por allá, gracias por compartir este lugar
Gracias a ti Karla¡ sí, merece mucho la pena ir a estos lugares que turísticamente no son tan conocidos 🙂
Que bonito el pueblo! Me pasa como a ti, me encanta visitar pueblos que tengan un encanto especial. La verdad es que nunca he ido a Cádiz pero lo tengo pendiente, y cuando vaya espero visitar este pueblo.
Un beso
Que lindo lugar no he tenido la suerte de ir por allí aunque viví mucho tiempo en España y he conocido mucho pero lo tendré en mi whislist para próximos viajes. Gracias por compartir. Bss
Muchas gracias¡¡ sí, anótalo porque es un pueblo muy curioso 🙂
Que hermosos lugares
Gracias Evelyn¡
No he hecho esta ruta pero tengo muchísimas ganas de hacerla, las fotos son preciosas y has sabido captar a la perfección la belleza de este pueblo. Un besazo
Gracias Vanesa, espero que te acerques por allí en alguna ocasión 🙂
Ay pero que hermoso, te juro que todas las fotos me recuerdan mucho a un lugar en mi país que se parece demasiado, lastima que yo no pueda visitar este. Bonito post 🙂
Hola Viri, muchas gracias. Y a qué lugar se parece ¿? Me has dejado con la curiosidad 🙂
Que bonitos son los pueblos de Andalucía, la verdad es que son sitios que me remiten calma y buenas sensaciones. ¡Que envidia de sitios y de fotografías!
¡Besos!
Sí Susi, lugares preciosos que hay que visitar 🙂
¡Besos de vuelta para ti! 🙂
TEngo muchas ganas de ir a Cádiz y me he apuntado esta recomendación tuya, un pueblo de película y muy romántico y de eso necesito que fue nuestro aniversario y no hicimos nada ¬¬ mala cosa.
Gracias
Me encanta tu post, solo he estado una vez pero me encantaria volver el proximo verano, besos
Muchas gracias Melyssa¡
Qué bonito pueblo! No hace mucho tuve la ocasión de visitarlo y quedé prendida de sus calles, sus gentes, su gastronomía, sus paísajes… me encantó todo.
Sí, es un pueblo que merece ser visitado Alicia¡¡ un abrazo.
Maravillosas vistas
Gracias David¡
Que bonita ciudad! Me me encanta descubrir nuevos sitios, este me ha servido de inspiración a partir de tu perfecta descripción, enhorabuena. Saludotes!
Genial, entonces tendrás que visitarlo 🙂
me encanta este articulo , yo también amo viajar y conocer lugares nuevos . Felicidades por la fotos , son estupendas
Gracias, viniendo de ti todo un cumplido 🙂
Holaa!! este post me ha venido unos recuerdos super bonitos, ya que cuando era pequeña me acuerdo que unas de las vacaciones estuve por los pueblos blancos, ya no se si he pasado por donde tu dices ya que hace unos 10 años mínimo pero al ver la ruta de los pueblos blancos me ha recordado a mi niñez!!
Saludos !!
Qué bien Xulita¡¡ genial recordar aquellos años dorados hihih. Saludos de vuelta¡¡