caminar en pararelo al sol

Caminar en paralelo al sol, cuando el mar está algo sereno, las piedras grandes se posan inertes para evitar su paso al asfalto, donde muchos/as caminan. Caminar ante todo, sea en círculos, hacia adelante o atrás/Kadiköy, Istanbul J.M.

Coger un avión desde el aeropuerto de Bilbao con ganas de aterrizar en el de Atatürk (Estambul) y sentir cierta tristeza, alegría también, nerviosismo sereno, conocimiento y desconocimiento a la vez. Las nuevas tecnologías (skype) y las idas y venidas propias y ajenas permiten continuar manteniendo contacto con las personas importantes, pero es cierto que se tiene la sensación de que están más lejos. Una se embarca en el avión con una sensación agridulce, tal y como describía una amiga mía, cierta nostalgia de dejar a esas personas y hechos cotidianos, para dar paso a un nuevo comienzo de personas y hechos que vendrán.

Sorprende averiguar cómo lo que antes generaba tanta quejaba y espantaba de un país, se echa ahora tanto de menos. Sobre todo, llegar a una ciudad tan grande como Estambul [20 millones de habitantes, imagínese en comparación con Mondragón, Gipuzkoa, 23.000 habitantes] ¡Se me ha olvidado cómo vivir en una ciudad! Saber que una ha de construirse su propio espacio, independientemnte de la persona que la acompañe, porque tener un propio espacio es necesario para valerse por una misma, más aún siendo mujer, tendemos a depender demasiado.

Y una se pasa la mitad del día pensando: ¿Qué hago aquí? La otra mitad del día: observar a los transeúntes, el caos de la ciudad, la luz que desprende, las bocinas de los coches, los miles de puestos que desprenden miles de olores (a veces asquea) y alucinar, llena de estímulos, sorprendida con los lugares que se descubren (en breve post sobre esto) y las personas que se conocen. La condición humana: el relax que genera saber que se está aquí y el mismo agobio que implica estarlo.

Supongo que debería decir que todo inicio de viaje es maravilloso y que he estado super contenta. Pues no es así, y para qué vamos a mentir(nos). He estado contenta por reencontrarme con una persona muy especial, por hacer algo diferente a la vida plana que, para mí, con todo mi respeto, representa Mondragón (Gipuzkoa). Pero también he echado mucho de menos a mi familia, con la que cada día compartía un trocito, a mis amigas, tumbarme en mi sofá, beber agua del grifo, entender el idioma, el humor español [a ver si la crisis desaparece de una puñetera vez], sentir más de cerca la independencia que genera tener tu propio espacio, la cerveza barata, el txikiteo propio de Euskadi que es una maravilla.

Krishnamurti me recuerda a una amiga

No pude evitar en recordar a una gran amiga que últimamente lee a J. Krishnamurti (una especie de Paulo Coelho pero a lo indio) y me decía: El observador es en realidad el observado.

Ido compañía barcos Estambul

El nombre de una amiga es al parecer el nombre de una compañía de barcos en Estambul. /Kadiköy. J.M

Allariz Galicia, Novo

Un bar llamado Novo se puede encontrar también en Allariz, Galicia/ Taksim. J.M

Un REinicio en todos los sentidos

En Estambul me preguntaron si me gustaría estar en Kiev. Respondí que no. Prefiero quedarme aquí, quizás, después, con tiempo, Asia, Nepal más bien, se me ha metido en la cabeza. Por sus paisajes bellos, imagino, por los horizontes infinitos, por saber cómo viven, cómo es el día a día de personas corrientes. Yo prefiero vivir con más tranquilidad, escribir sobre sentimientos y emociones, describir realidades, acercarme a ellas, intentar hacerlo sin la óptica occidentalista del prejuicio.

Incluso los primeros días en Estambul, cuando la ciudad bulle en todos los sentidos, me refiero al sentido de las protestas, antes en el parque Gezi, cuando la policía atacaba indiscriminadamente a la población, ahora sin que resulte tan exagerado, protestas en contra de los supuestos casos de corrupción que salpican al Gobierno de Erdogán (se han publicado conversaciones que supuestamente ha mantenido con su hijo sobre dinero público que se repartían, mientras que a la población le cuesta mucho llegar a fin de mes). Me preguntaron si quería acercarme a las protestas. Respondí que no.

“¿Sobre qué voy a escribir?”, le comentaba a una persona de mi entorno, sin un ápice de preocupación, más bien alivio, de darse cuenta de que no quieres vivir al límite, ponerte al límite, estrujarte el cerebro en un mundo en el que no impera el “open mind”, sino vivir con tranquilidad, escribir sobre lo que se observe, sea bueno o malo, pero hacerlo en una óptica de tranquilidad, y no de adrenalina por encontrarse en una situación peligrosa. “Escribe sobre la desubicación que supone haber dejado de escribir sobre conflictos”. Joder, cuánta razón, y aquí estoy, en Estambul. Ciertamente, algo desorientada, aún no han menguado la dosis diaria de nostalgia, de ese no saber qué hacer, dónde estar, con quién quedar.

Todo cambio implica también la generación de un espacio en el que reflexionar; es muy bueno y positivo. Tener tiempo para replantear perspectivas de vida y trabajo, averiguar hacia dónde se quiere girar. Es exactamente lo que necesito. No necesito un parón, sino simplemente continuar, hasta encontrarme en esta situación de desubicación personal y profesional.

A ello, vamos.

 

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